Chirico, arte metafísico




Caja de música, se oyen los sonidos. Cuando la luna es el sol y el sol es la luna, reflejo en un armazón. Debe haber gente allí pero no se les ve, deben estar durmiendo, aunque encima de sus casas se vea el sol, que es la luna. Mientras, alguien tira de esa cuerda y cambia el escenario, cambia la vida. En la caja de música alguien se encarga de mover los hilos, un movimiento mecánico, con sonidos de madera, estructurado, incambiable.
Sentado en otro rincón, desde otra perspectiva podría tratarse de un barco bajo el reflejo de los rayos solares, pero, el propósito es el mismo. El tirar de la cuerda con cadencia, con el mismo ritmo incansable para que las casas del horizonte no se desmoronen, para que la gente no enloquezca.
Que la luna dé paso a la noche y el sol se esconda hasta el amanecer siguiente, mientras el pueblo duerme. La oscuridad es sólo la sombra, el reflejo del uno sin el otro, la luna y el sol, la noche y el día con su ritmo y su rutinario movimiento circadiano.

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