Fertilidad

Luna nueva, consciencia. Esta noche plantaré una semilla, sola. No es la semilla del amor, no hay un él implicado. Será un hueso de aceituna, de las que te comiste en la ensalada de hoy. El hueso, la tierra, el agua y la luna. Campos de olivos, aceite con pan. En la cocina, el centro neurálgico de las casas de mis abuelas, donde los hombres sólo entraban a comer, ellos eran los que habían puesto la semilla, los que llevaban el pan. Ahora, expresión extraña hay pan, aceite, aceitunas y pájaros en el cielo. Pero necesito campo, necesito volver a la casa de mi abuela. Gasolina, un vehículo. Estoy lejos. Hoy, me doy cuenta empiezo una nueva vida. Quiero ir al campo a segar, quiero despiezar pollos como lo hacían mis abuelas, quizá conejos. Y cocinar a fuego lento en una cazuela. Caldos, salsas, guisos, sofritos. Alimento. No hablo en sentido figurado. No quiero alimento para el alma ni para el espíritu ni para la conciencia. Quiero alimento para mi cuerpo, nutrirlo. Manzanas y peras en septiembre cogidas directamente del árbol. Había manzanos y olivos pero no había naranjos, sí limoneros y parras. Agua limón con un chorrito de vino, no puede hacer mal a un niño de ocho años. Limonada con trozos de melocotón y cáscara de limón.

Patatas de la tierra para la ensalada campera, cocidas sin pelar, todo siempre a fuego lento. Pucheros quemados, repostería y nombres extraños de dulces. Levantarse a las cinco de la mañana para ir al horno del panadero, elaborar tortas, dulce típico que acompaña el vaso de leche antes de dormir.

Alimento, sabores, nutrición natural, purés de verdura para bebés, verdura de la huerta. Tomates y lechugas en verano, acelgas en otoño y en invierno bocadillo de tortilla de patatas.